viernes, 7 de noviembre de 2014

DÍA 5 “Un mal día en el infierno”

Hoy fue un mal día aquí en el infierno. En el infierno constante que es mi maldita vida.
Desperté y me dolía la muñeca izquierda, ¡pues claro! Anoche me había cortado y sangrado. Tomé mi celular y me conecte a internet. Me llegó un mensaje de Damián… Anoche le había mandado un mensaje diciéndole que debería de venir a donde vivo. Y me respondió horas después con un “Descansa linda”. Horas después le respondí “Pero en paz, por favor”, le pregunté cuando iría y me respondió más tarde “Para mayo” luego le dije que a ver si no me moría antes de una sobredosis. Y me dejo en visto. Después le dije que estaba triste y él me había ignorado. Entonces se disculpo. Odio tanto que se disculpe. Y me ha vuelto a ignorar.
Pero mi día fue peor que los mensajes ignorados y tan carentes de interés entre Damián y yo.
Desperté demasiado triste y lo peor es que no sé ni porque. Simplemente me desperté y sentí la persona más miserable del planeta tierra y comencé a llorar. Ni siquiera tuve ganas de ir a la pista. Y agradecí cuando mi mejor amiga, Aimeé, me aviso que no podría ir. Entonces mi hermano pasó a decirme que mi madre me había dejado tareas y se despidió. Me quedé sola en casa.

Y ahí comenzó mi mal día.
Comencé a llorar como si no hubiera un mañana, tuve una de esas crisis que no tenía desde finales de mayo, estaba tirada en el suelo, sin poder calmarme y cuando lo lograba volvía a llorar. Y así estuve por más de una hora, luego fui a por la navaja y como ya no me quedaba espacio en las muñecas para cubrir, me corté varias veces las piernas, hasta que estas estuvieron completamente cubiertas de sangre.
Estuve todo el día sin probar alimento alguno, y callada, sin decir ni dirigir palabra alguna a mi familia, aislada en mi misma, fingiendo que todo estaba bien. Mientras mi familia salió, tomé mi última capsula de marihuana y la ingerí, junto con un enorme vaso de agua caliente, tenía hambre y estaba destrozada. El hambre se fue por suerte y a los minutos comencé a sentir los efectos de la marihuana, aún los siento… Todos mis problemas siguen aquí pero estoy más relajada, como si no me importaran. Bendita marihuana.
Y sí, por mala suerte mi madre me obligo a comer. Odio la comida.
Y así va a terminar otro día en esta mi terrible vida, sintiendo mi dolor físico provocado por las heridas que yo misma me provoco, el dolor que me distrae del martirio mental que me atormenta día con día… Ya casi finaliza otro día aquí, en mi infierno.
- Bella

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